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¿Quo vadis, Europa?

04 febrero 2024 Categoría: Tribunas opinión

 

La economía de la zona euro camina sin un rumbo claro. Esta misma semana conocimos el PIB del último trimestre de 2023, un dato que permitió esquivar la recesión, pero que también certificó el estancamiento: en los últimos 12 meses, el PIB del viejo continente solamente avanzó un 0,1%, un dato muy pobre en comparación con el de Estados Unidos, que creció un 3,1%.

Además de este bajo ritmo de crecimiento, la otra preocupación es la disparidad de sus grandes economías, que dificultará la política monetaria única del BCE. La habitual locomotora, Alemania, se ha parado y su importante sector industrial (24% del PIB germano) atraviesa una fuerte contracción, castigado por los mayores costes energéticos y la dependencia de las importaciones de gas desde Rusia.

Frente a ello, las economías periféricas (con España a la cabeza) han liderado el crecimiento de la región apoyadas por los servicios y el turismo. Sin embargo, también en estas economías hay más sombras que luces: en España, por ejemplo, el consumo privado aguantó (+0,3% en el 4T), pero la inversión tuvo una caída intensa (-2% trimestral), confirmando el efecto negativo de los mayores costes de financiación y el deterioro de las perspectivas empresariales.

Paulo Gonçalves es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March

En este entorno, todo apunta a que, un año más, la zona euro seguirá rezagada y anticipamos que su PIB crecerá un mero +0,6%, aportando menos del 3% del crecimiento mundial. Una cifra lejos del 30% que contribuirá China o de cerca del 10% de la economía estadounidense.

En cuanto a la inflación, la tendencia es positiva y el IPC continuó enfriándose en enero hasta el +2,8%. No obstante, a partir de ahora, el camino hacia la normalización de la inflación será menos cómodo, dado que la comparativa de los precios energéticos ya no será un viento a favor y porque, además, se están incrementando los problemas de las cadenas de suministros.

La amenaza de los rebeldes hutíes a los barcos que navegan por el Mar Rojo está alterando las rutas marítimas: los buques que salen de Asia con destino a Europa tienen ahora que bordear África al no poder atravesar el Canal de Suez, alargando la travesía un mínimo de 10 días. Una noticia negativa para el comercio global y para Europa en particular, dado que el 47% de las importaciones que realiza Europa provienen de Asia y que el 18% del gas natural licuado (GNL) que consumimos durante 2023 tuvo que atravesar el Canal de Suez para abastecernos.

El inicio de 2024 en la zona euro continúa marcado por nubarrones. Aunque pensamos que la situación actual es manejable y que dista mucho de lo vivido en la crisis de los cuellos de botella de 2021-2022 – las empresas han recompuesto sus inventarios y el problema actual no tiene un alcance global como ocurrió con el parón de la producción durante la pandemia –, el riesgo a nuevos repuntes de la inflación sigue latente.

En este contexto, de extenderse durante los próximos meses este fuerte encarecimiento de los fletes a Europa provenientes de China (+240% desde diciembre), veremos un tensionamiento de los precios de los bienes intermedios y, con ellos, de la inflación. Observando episodios pasados, esta podría ascender hasta 1 punto porcentual adicional a lo previsto en la segunda mitad del año, debido a este encarecimiento de los costes de transporte.

Artículo publicado en ABC.

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