Un mensaje bursátil constructivo
09 enero 2022 Categoría: Tribunas opinión
El ejercicio 2021 confirmaba el proceso de reapertura global que ya anticipábamos en el 2020, con una recuperación a nivel sanitario, económico y financiero tras el golpe sufrido por la llegada de la covid-19. Gracias sobre todo a la aparición de la vacuna, pero también a las ingentes medidas de apoyo monetario y fiscal implementadas por bancos centrales y gobiernos junto a la recuperación de la confianza de corporaciones y familias, la actividad económica rebotó con fuerza en un año que ya es historia. Baste señalar la previsión de crecimiento global cercana al 6% con la que habría cerrado el 2021, la tasa más alta en décadas.
Este comportamiento excepcional se trasladaba a los mercados de renta variable, con un avance del 17% para el índice global MSCI World. Particularmente favorable fue la evolución de los mercados desarrollados, destacando en Estados Unidos repuntes del 28% y 22% para el S&P 500 y el tecnológico Nasdaq, respectivamente. Muy positivo también el bagaje para Europa, con ascensos del 22% para el Stoxx 600. A nivel sectorial sobresalió la recuperación del sector energético, tras un año previo muy negativo, la resiliencia del sector tecnológico, capaz de seguir generando elevados beneficios pese al incremento del coste del capital, y el empuje del sector financiero, que anticipa un marco de tipos de interés al alza.
Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March
Los mercados han logrado superar la crisis con nota, aunque persisten secuelas que tardarán en desaparecer y que suscitan dudas en el intento de las bolsas por alcanzar nuevos máximos en el 2022. De un lado, las agresivas políticas fiscales puestas en marcha han traído consigo importantes empeoramientos de las cuentas públicas. También seguiremos conviviendo, al menos en esta primera parte del año, con notables presiones inflacionistas, provenientes del encarecimiento de las materias primas y energía. Tampoco podemos olvidar los desajustes procedentes de las cadenas de suministro.
Estos aspectos, junto al cambio de tercio de las políticas monetarias, ajustadas a un nuevo marco de crecimiento e inflación, nos encaminan a un entorno seguramente más volátil, de menores retornos y más difícil de predecir, pero no por ello falto de oportunidades. Así, las bolsas seguirán contando con un interesante viento a favor en un triple frente.
De un lado, y aunque los tipos de interés oficiales subirán, lo harán por la clara percepción de mejora económica y con amplio margen hasta alcanzar niveles históricos promedio. Por el otro, el proceso de retirada de estímulos no impedirá que la liquidez en el sistema siga siendo abundante y pueda tener como destino final a las bolsas. Por último, y no menos importante, los beneficios empresariales crecerán a un tasa global cercana al doble dígito y podrán ofrecer un apoyo sólido a la renta variable.
Prevalece, por tanto, la idea de mantenerse invertido, aguantar los repuntes de volatilidad y preparar las carteras para entornos con tipos de interés más elevados. Nuestra postura pasa por una apuesta sectorial más equilibrada entre sectores cíclicos y defensivos. Con mayores presiones inflacionistas defendemos la conveniencia de seguir expuestos al sector financiero, sobre todo ante la oportunidad que brinda en Europa el retorno de atractivas políticas de dividendos. En el marco de la inversión en tendencias de largo plazo, favorecemos transición energética, digitalización y tecnología.
Artículo publicado en La Vanguardia.