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Un dólar con menos brillo

02 julio 2023 Categoría: Tribunas opinión

 

Algodón y lino. Estos son los dos sorprendentes materiales que, en una proporción de 75% y 25%, respectivamente, son necesarios para la fabricación de un billete de un dólar. La combinación de ambos, transformada en un fino papel con un peso de apenas un gramo, soporta el privilegio de seguir siendo la moneda de referencia a nivel global.  

Resistente y ligero sí, pero también con visos de pérdida de atractivo en la segunda mitad del año. Y es que lejos queda, aunque fuera en 2022, el avance espectacular del dólar hasta alcanzar la paridad con el euro, favorecido por un ciclo económico más adelantado en Estados Unidos, el diferencial de tipos y la incertidumbre geopolítica.

¿Por qué somos ahora menos positivos con el dólar? En primer lugar, el apetito del inversor global por los activos refugio se ha reducido mucho. Hace ya más de un año de la invasión rusa de Ucrania y, lejos de resolverse, el conflicto se ha “normalizado”. Tampoco se materializaba el peor escenario de crisis energética en Europa que, ayudado por un invierno suave, permite a la Comisión dar por finalizada la crisis y ofrece un mayor soporte al euro.

Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March

En el frente de la política monetaria, queda más por hacer en Europa que en EE.UU., lo que también favorecerá a la moneda única. EE.UU. comenzó antes que la eurozona a subir tipos y, pese al tono exigente de Powell en el foro de Sintra, pensamos que la Fed podrá permitirse una sola subida adicional hasta el rango 5,25% - 5,50%, sin descartar algún recorte en tipos en 2024.

Diferente sería el caso de Europa, en donde el tipo de refinanciación del 4% podrá ser elevado al menos dos veces más, teniendo en cuenta la especial preocupación del BCE con los salarios. Y es que, hasta finales de 2025, Lagarde calcula que estos subirán un 14% por la resiliencia del mercado laboral.  Se espera además que el recorte de tipos llegue más tarde que en EE.UU.

En términos de reducción de balance -otra forma de aplicar una política monetaria restrictiva-, el BCE también va con retraso frente a la Fed y deberá acortar terreno. Justo en esta semana, los bancos europeos han devuelto al BCE cerca de medio billón de euros de liquidez prestada durante la Covid-19, lo que ha reducido su balance un 6% de una sola vez y ya lo encoge en cerca de un 20% desde máximos de 2022. Pese a todo, y medido en términos de PIB, el balance del BCE (56,6%) sigue siendo muy superior al de la Fed (32,2%).     

Además, el plan presupuestario de Biden para 2024 contempla una importante reducción del déficit fiscal vía subida de impuestos, con la que alcanzar la mayor reducción del déficit público de la historia del país. Esto ayudaría a enfriar la demanda global y a que la Fed no esté obligada a aplicar una política monetaria restrictiva mucho más allá de lo visto hasta ahora.

El dólar no dejará de ser la moneda de referencia en la próxima década, calculándose en torno al 55% de las reservas globales en divisa extranjera. Su resistencia llega incluso al terreno físico, ya que la Oficina de Grabado e Impresión de EE.UU. calcula que son necesarias ocho mil dobleces para que un dólar se rompa. Aspectos materiales y de dominación al margen, sí vemos motivos para creer que, en meses venideros, el dólar perderá brillo y nos hacen esperar mejores oportunidades, hasta niveles de 1,12-1,15 EUR/USD, para recuperar interés por el billete verde.

Artículo publicado en La Vanguardia

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