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Un diálogo con las bolsas

21 mayo 2023 Categoría: Tribunas opinión

 

En la vida diaria, tendemos a saltar directamente a la acción porque somos conscientes de que solo podemos cambiar las cosas si hacemos algo. Pero a veces, y solo a veces, es nuestra aversión a la incomodidad que nos produce el no saber qué hacer lo que nos impulsa a actuar, y no siempre con el resultado óptimo. ¿Debe ponerse en marcha este impulso de actuar?

Si las bolsas hablaran, nos dirían que llevan tiempo encontrándose en niveles muy cómodos, y sin muchas ganas de actuar. Lo averiguamos con un simple vistazo a la evolución del S&P 500, el índice por antonomasia de las bolsas mundiales. En el muy corto plazo, tomando como referencia el cierre de marzo y fijándonos en cada cierre semanal desde entonces, el mayor retroceso para el S&P fue del 1,3% y su mayor avance, un escaso 1,5%. Esta cómoda posición no es reciente, nos dirían, porque los niveles actuales de cotización del S&P ya se repetían en mayo de 2022 y 2021, respectivamente. 

Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March

           

Si las bolsas nos contaran qué piensan, probablemente nos confesarían que, pese al retorno anual positivo acumulado, hay motivos para alcanzar nuevas cotas, esperando un resultado positivo. El mercado laboral se mantiene resiliente y otorga un apoyo muy positivo a la economía. Así, nos encontramos con una tasa de paro en mínimos históricos del 6,5% para la eurozona, mientras que, en Estados Unidos, se creó empleo durante 28 meses consecutivos y el paro es el menor desde 1969, en el 3,4%.

Las bolsas observan que también el ciclo alcista de tipos orquestado por la Fed ha tocado a su fin, y que tras diez subidas consecutivas y situarse en el 5-5,25%, los tipos tardarán algo de tiempo en bajar, pero lo terminarán haciendo y quizás convendría adelantarse.

Y nosotros, ¿qué le diríamos a las bolsas? Le recordaríamos que, dado el buen resultado acumulado hasta la fecha, no estaría de más permanecer a la espera de mejores oportunidades. Y es que, al margen de la habitual estacionalidad de las bolsas, que ha provocado retornos favorables entre noviembre y abril no vistos en cinco años -covid-19 excluido-, y a la realidad que supone la detracción de liquidez por parte de los bancos centrales, buscando re-equilibrar su balance, tampoco acompaña el apoyo fundamental de los resultados. 

Le recordaríamos la actual recesión de beneficios en EE.UU. y que, a nivel global la expectativa de crecimiento de estos en 2023 es nula (-0,2% MSCI World). Advertiríamos que el menor avance de las ventas trimestrales en Occidente (3-3,5%), nos anticipa un deterioro notable de los márgenes, teniendo en cuenta el periodo inflacionista que atravesamos y las dificultades de las empresas para mantener su poder de fijación de precios. Esperaríamos, por tanto, un par de trimestres adicionales con caída -o estancamiento- de los resultados, lo que implicará una revisión adicional a la baja de beneficios en línea con el proceso ya visto en emergentes.   

Es quizás uno de esos momentos en los que el retener el deseo de actuar podrá dar un buen rédito a medio plazo. Buscamos así esperar a nuevas oportunidades para comprar, teniendo en cuenta que las valoraciones bursátiles, por encima de su media, ya descuentan todas las noticias positivas antes mencionadas. Así se lo hemos hecho saber a las bolsas, a ver ellas qué deciden.

Artículo publicado en La Vanguardia.

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