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Taiwán, la perla de silicio

11 septiembre 2022 Categoría: Tribunas opinión

 

Escenario histórico de luchas entre el imperio español y el naciente imperio comercial holandés, que buscaban dominar un enclave importante para el comercio con Asia, Taiwán se reveló tras la crisis pandémica como una parte esencial en las cadenas de suministro de semiconductores. Atrás quedaron los tiempos de la Radio Corporation of America, que aterrizó en Taiwan a mediados de los años 70 y que fue el origen de la primera generación de fábricas de semiconductores.

Actualmente, la economía número 22 del mundo alberga el 73% de la capacidad de fabricación de semiconductores a nivel global, con compañías como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) ocupando el 53%. No obstante, sus compañías representan un cuarto de las ventas globales. Esta peculiaridad se debe a que el dominio en el diseño de chips sigue en manos de Estados Unidos, mientras que la base de la producción se encuentra en Asia, y las estadísticas de ventas finales cuentan la sede de la empresa como referencia y no el lugar de fabricación.

Luis Coello Paredes, Analista en Banca March

Por otra parte, Taiwán y Corea del Sur son los únicos lugares en el mundo que albergan fábricas de los modernos chips de menos de 5 nanómetros. Estos chips, además de para usos civiles —como el 5G o la conectividad de las cosas—, son necesarios para fabricar tecnología militar de vanguardia.

No es de extrañar que en la agenda de la controvertida visita de Nancy Pelosi este verano hubiese un hueco para Mark Liu, presidente de TSMC, con la intención de llevar más capacidad productiva a territorio americano, como la fábrica de chips de Arizona.

A pesar de lo esperanzador del proyecto, la compañía taiwanesa sabe que las fábricas en Estados Unidos solo son rentables mientras duren las subvenciones de la Chips Act, ya que, además del diferencial en el coste de mano de obra, que es tres veces superior en el caso de un ingeniero eléctrico, los impuestos taiwaneses son más bajos, el tipo máximo está en el 20% frente al 39% en norteamericana, y las autoridades taiwanesas procurarán mantener unos precios de la energía artificialmente bajos, lo que provoca, por ejemplo, que el coste medio de la electricidad fuese algo más de la mitad que en Estados Unidos.

Por otro lado, la capacidad de producción taiwanesa sigue aumentando, con fábricas de chips de última generación que cuestan alrededor de 20.000 millones cada una. Sin embargo, el sector no se encuentra en su mejor momento, y tras la escasez y los precios elevados tras la pandemia, signos como el descenso de los envíos de semiconductores  coreanos, que caen 22% este año, hacen pensar que la demanda se está reduciendo drásticamente y el fin de la escasez de semiconductores está cerca.  

El mundo continúa mirando con codicia y admiración a Taiwan, una nación actualmente revestida de silicio que, al igual que 400 años atrás, es pretendida por dos imperios, uno dominante y otro emergente. Solo el tiempo dirá quién se queda con el premio.

Artículo publicado en La Vanguardia.

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