Resurgen los fantasmas del pasado
26 junio 2022 Categoría: Tribunas opinión
Hace ahora 10 años iniciábamos también un verano caluroso en Europa, sin embargo julio de 2012 pasó a la historia en los mercados financieros gracias a Draghi. El entonces presidente del BCE declaró: “haré todo lo necesario para salvar el euro…y créanme, será suficiente”. Era el pistoletazo de salida a novedosas y contundentes medidas que han permitido mantener la unión monetaria y frenar la crisis del euro.
Una década más tarde, regresan los fantasmas del pasado, con el aumento de las primas de riesgo periféricas y los temores de fragmentación vuelven a ganar protagonismo. Aunque ahora existen ciertos cortafuegos provenientes de la anterior crisis y que deberían evitar un contagio al conjunto de la región, también es cierto que el ciclo económico se está deteriorando a pasos acelerados y que el repunte de la inflación por problemas de oferta (escasez de suministros, energéticos y otros) dificulta la actuación del BCE, que ahora tendrá que perseguir dos objetivos contrapuestos: frenar la inflación con subidas de tipos, y a la vez, contener las primas de riesgo con compras de deuda de los países vulnerables.
Paulo Gonçalves es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March
Una inflación en el 8,1% supera en más de 4x los objetivos, dejando escaso margen de maniobra y situando en primera línea de prioridades la retirada de estímulos: en julio el BCE iniciará su camino de subida del precio del dinero con un incremento de al menos 25 p.b., que pensamos acelerará en septiembre en línea con las últimas actuaciones de otros Bancos Centrales. Ahora bien, la particularidad de la moneda única y la incompleta unión fiscal de la zona euro, hará que este proceso de normalización de los tipos entrañe riesgos más elevados que en otras regiones.
Para que el BCE logre una correcta transmisión de sus políticas monetarias necesita evitar un “tensionamiento excesivo” de las primas de riesgo periféricas, que de ocurrir, bloquearía la capacidad de financiación de Estados y empresas poniendo en duda la sostenibilidad de la deuda. Por otro lado, presionaría aún más a la baja el euro dificultando la contención de la inflación al encarecer las importaciones energéticas.
Esto plantea un escenario complejo, y como prueba de ello, la reunión de emergencia que mantuvo el BCE en la que ha reforzado su compromiso de utilizar los vencimientos de los bonos en balance adquiridos durante la pandemia (PEPP) mientras prepara una nueva herramienta anticrisis. Un paso adelante con el que pretende ganar tiempo, pero que difícilmente permitirá más que intervenir quirúrgicamente: como ejemplo, en España estimamos que la capacidad de reinversión de los vencimientos será de menos de 20.000M€, frente a unas emisiones brutas de más de 63.000M€ en los próximos seis meses. Aunque el BCE pueda utilizar vencimientos de otros países temporalmente, tampoco podrá desviarse demasiado de una asignación proporcional entre los países del euro debido a las propias restricciones incluidas en sus tratados.
La cumbre de esta semana del BCE en Sintra, marcará el inicio de un nuevo verano decisivo para el futuro del euro. Como tristemente hemos aprendido en el pasado, en Europa hacen falta fuertes tensiones para lograr los avances definitivos. El dilema está servido: el BCE deberá elegir entre afrontar una grave crisis de deuda o soportar una mayor inflación. Aunque previsiblemente optará por una solución intermedia, el reloj ya ha comenzado a sonar y será necesario algo más que meras promesas de actuación.
Artículo publicado en ABC