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Recuerdos desde “el Plaza”

02 octubre 2022 Categoría: Tribunas opinión

 

Hotel Plaza, Manhattan, Nueva York. Las principales potencias se reúnen para frenar la imparable apreciación del dólar. Aunque bien podría tratarse de un titular actual, ocurrió en 1985, cuando Estados Unidos, Francia, Alemania Occidental, Japón y el Reino Unido acordaron una depreciación coordinada del dólar.

En aquellos años el mundo también se enfrentaba una inflación galopante, que llevaría a que la Reserva Federal de Estados Unidos subiera los tipos oficiales hasta niveles cercanos al 20%, mientras que el dólar se revalorizaba más del 55% frente a una cesta de las monedas de sus principales socios comerciales.

Volviendo a nuestros días, la inequívoca fortaleza del dólar ya ha provocado las primeras actuaciones: en Asia, las autoridades de Japón han tratado de frenar la caída del yen interviniendo directamente con ventas de dólares, algo que no ocurría desde 1998. Mientras, en China, el yuan cotiza en mínimos desde 2008 y su Banco Central ha elevado los requerimientos para operar en los mercados de divisas.

Paulo Gonçalves es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March

En Europa, aunque el euro ha alcanzado mínimos de más de 20 años frente al billete verde, el BCE, por el momento, no se ha mostrado tan preocupado. Sin embargo, otros importantes Bancos Centrales como el de Suiza ya han señalado que estarían dispuestos a actuar. Como vemos, las tensiones en los mercados de divisas están al alza, pero sin duda, las mayores se sienten en el Reino Unido, con el desplome de la libra frente al dólar hasta niveles no vistos desde 1985.

Ante estas aparentes similitudes con el pasado, no es de extrañar que los propios representantes de la Administración Biden hayan sido cuestionados esta misma semana sobre la posibilidad de una nueva intervención coordinada en los mercados de divisas. ¿Tendría realmente sentido una acción de este calado?

Aunque los rumores van en aumento, vemos difícil que esto vaya a suceder en el corto plazo. El principal motivo reside en que, al contrario de lo ocurrido en 1985, un dólar fuerte es ahora favorable para Estados Unidos, que busca frenar la inflación a toda costa y un dólar fortalecido le permite abaratar sus importaciones. Por ello, una acción coordinada para debilitarlo difícilmente se ajustaría a los objetivos internos estadounidenses.

Por otro lado, la capacidad de que una intervención sea efectiva en un mercado tan líquido y globalizado como el de divisas es ahora mucho más reducida que en los 80. El volumen de negociación diario supera los 8,3 billones de dólares, 40x superior al de aquel periodo. Además, en agregado las mayores potencias mundiales tienen reservas de moneda externa por valor de 2,8 billones, una cantidad claramente limitada frente al volumen total de este mercado.

En este contexto, para evitar episodios de depreciación adicional e indeseada de sus divisas frente al dólar, los demás Bancos Centrales de las economías desarrolladas tendrán que continuar elevando también sus tipos oficiales, tratando de ir reduciendo el diferencial frente a los de la Fed. Con un ritmo de crecimiento en claro deterioro en la zona euro y en el Reino Unido, a la hora de subir los tipos de interés, sus Bancos Centrales se verán abocados a elegir entre lo efectivo (incrementos acelerados) y lo deseable (un aumento gradual).

Artículo publicado en La Vanguardia.

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