Noticias

Comienza el contenido principal

¡Más madera, que es la guerra!

10 noviembre 2024 Categoría: Tribunas opinión

Soluciones simples y efectivas: América entra en un periodo en el que lo verosímil imperará sobre lo verdadero.

 

Así gritaba Groucho en la mítica película Los hermanos Marx en el Oeste. El objetivo: dar caza a los malos con un tren al que ya no le queda combustible mientras Chico y Harpo van despedazando los vagones para alimentar la caldera.

Todo transcurre en ese país que acaba de confirmar que ansía el Make America great again. La escena, en plena vigencia con las recientes elecciones americanas, se caracteriza por un sorprendente espectáculo y un tipo gracioso ofreciendo soluciones simples y efectivas que, enfocadas en el corto plazo, no implican necesariamente el mejor de los finales. 

Las urnas han sido rotundas y Trump regresa con un amplísimo respaldo popular. A pocas horas de confirmarse el control absoluto de las cámaras, podrá implementar un vuelco político basado en: la reducción de la inmigración, más aranceles, recortes impositivos y continuar con la desregulación que acometió en su primer mandato, la mayor desde la época de Reagan. Esto beneficiará a los financieros, alejará las amenazas sobre los monopolios tecnológicos y frenará la lucha contra el cambio climático.

Joan Bonet Majó. Director de Estrategia de Mercados y Asesoramiento de Banca March

El apoyo parlamentario le permitirá esquivar el “techo de gasto” con facilidad y le dará margen para extender el Tax Cut & Jobs Act y rebajar el tipo máximo de sociedades hasta el 15%. Pero, aunque el ciclo se está desacelerando, es discutible que Estados Unidos necesite “quemar tanta madera” con una economía que está lejos de descarrilar: el tercer trimestre ha concluido con un mercado laboral robusto y un crecimiento del PIB del +2,8% impulsado por el consumo, que ha aportado un 88%, la mayor contribución en año y medio

El tren cuyo mando asumirá Trump en enero es muy diferente al de 2016. EE.UU. terminará el año con un déficit público del 7% –dos veces y medio superior al que se encontró en su primer mandato– y una deuda pública que roza el 100% frente al 76% de hace 8 años.

Además, su política económica añadirá presión sobre la inflación, pudiendo llegar a forzar a la Fed a reducir el ritmo de bajadas previstas si no va con cuidado y realmente triplica los aranceles —como ha prometido— y reduce la población inmigrante —que supone un 20% de la fuerza laboral total—.

Con el nuevo presidente y el ímpetu de sus declaraciones, la volatilidad está asegurada, así como la presión sobre sus principales importadores.

En cualquier caso, afrontamos un periodo en el que lo verosímil —aquello que pueda ser creído— imperará sobre lo verdadero. Por el momento, basta con que los agentes económicos crean que la economía norteamericana pueda ir mejor gracias a la madera que Trump va a introducir en la caldera para que suceda. Los vientos de la locomotora son de cola por más que, en el largo plazo, el desequilibrio presupuestario y la deuda no se deban ignorar o que, parafraseando a Groucho Marx, pensemos: ¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos? Mientras, a seguir participando del riesgo, más ciclo, añadir compañías pequeñas y más América.

Artículo publicado en El País

Fin del contenido principal

.