Las dudas en torno al dólar
13 junio 2021 Categoría: Tribunas opinión
Ahora, y tras décadas de dominación, son más numerosas las voces que cuestionan la pérdida de hegemonía del dólar
El término hegemon, vocablo griego que significa conductor o guía, fue el cargo institucional asumido por Filipo II en la conocida como Liga de Corinto, que consagraba su dominación del mundo heleno. Siglos después, en el XX, este término cargado de fuerza bien podría describir el fenómeno geopolítico mediante el cual el dólar, una moneda fiduciaria, se convertiría en el referente a nivel global. Con tal fuerza irrumpió que el uso del dólar supone hoy cerca del 90% de las transacciones y 60% de las reservas globales.
Los antecedentes de su ascenso como moneda líder son interesantes. Todo comienza con la devastación causada por la Primera Guerra Mundial, siendo entonces la libra esterlina moneda de referencia y cuyo periodo de dominación finalizaría por el deterioro económico del país, todo a consecuencia del desastre bélico.
Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategias de Mercados de Banca March
Se tardaría una guerra más, en los acuerdos de Bretton Woods de 1944, en oficializar el billete verde como moneda de uso global mientras que, en 1971 y con Nixon como presidente, el dólar abandonaría el patrón oro y vincularía su dominio a la confianza global económica del país. La divisa se vería reforzada por la cotización en dólares del crudo, la materia prima por excelencia, y el auge de un comercio global que mantendrá ingresos y deuda vinculados al dólar.
Ahora, y tras décadas de dominación, son más numerosas las voces que cuestionan la pérdida de hegemonía del dólar, por varias causas. En primer lugar, se ha incrementado el uso de otros activos de reserva, producto del ascenso económico de otras regiones y entre las que sobresalen el euro y renminbi chino, 20% y 2,2% de las reservas actuales. En este sentido, las encuestas del FMI apuntan a que la proporción de reservas en dólares en manos de bancos centrales se ha reducido, pasando en 20 años del 71% hasta el 60%, nivel más bajo en 25 años.
Otra amenaza gira en torno a las ingentes políticas de estímulo fiscal puestas en marcha en EE.UU., equivalentes al 25% del PIB, y el consiguiente desequilibrio de sus cuentas públicas, con un déficit esperado en 2021 del 10% del PIB. Así, no es extraño que haya quien se cuestione que, aunque con una probabilidad baja, un paso en falso en la gestión económico-financiera del país provoque la desconfianza suficiente que ponga en cuestión su hegemonía.
La última cuestión polémica, no menos importante, duda de la capacidad de las instituciones del país para solventar las futuras turbulencias del mercado de bonos. Así, hemos asistido a episodios de baja liquidez que, hasta la fecha resueltos, ponen el foco en la pérdida de peso de los bancos, canalizadores tradicionales de la liquidez, frente al auge de otras instituciones financieras, con mayores limitaciones y experiencia para acudir al auxilio en este tipo de crisis.
Nada es para siempre en esta economía global y la actual era no tiene por qué durar más que otras. No obstante, y pese al impacto humano y económico de la pandemia, creemos que el liderazgo del dólar no peligra de momento. El deterioro de las cuentas públicas, que habrá que corregir, permitirá que la economía estadounidense crezca a tasas del 7,7%, no vistas desde 1951. Esto y el mantenimiento de un sistema financiero sólido lograrán extender la confianza que ha hecho del dólar, durante 100 años, el proveedor global de una oferta de activos seguros y líquidos. Lo más parecido a la certeza en estos tiempos de incertidumbre.
Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March
Artículo publicado en La Vanguardia.