La Reserva Federal cambia de marcha
19 diciembre 2021 Categoría: Tribunas opinión
Con una tasa de crecimiento no vista en las últimas cuatro décadas, impulsada por la distribución de la vacuna e importantes ayudas monetarias y fiscales, la economía estadounidense superaba a mitad de año los niveles de riqueza previos a la pandemia. Con todo, y pese al éxito que ha supuesto superar la recesión más corta de la historia, la primera economía del planeta mantiene frentes abiertos importantes, entre los que sobresale un nivel de precios cercano al 7%, no visto, precisamente, en los últimos cuarenta años.
Es aquí en donde vuelve a tomar protagonismo la Reserva Federal, juez y parte en este proceso de recuperación. En su última reunión antes de finalizar el año, esta misma semana, la institución presidida por Jerome Powell reflejó su miedo a una inflación más persistente de lo admitido hasta ahora, dando a entender que la transitoriedad hasta ahora proclamada, que permitía una mayor laxitud en el proceso de retirada de estímulos y posterior subida de tipos, ya no tiene cabida en el discurso de la institución. “La economía ya no necesita tantos estímulos con los elevados niveles de inflación”, apostillaba Powell en la posterior rueda de prensa.
Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March
La Fed cambia así de marcha y se apresta a acabar con los estímulos económicos, al menos antes de lo esperado. El punto de partida son los 120.000 millones de dólares mensuales que ha venido destinando a la compra de bonos y cédulas hipotecarias, medio para proveer de liquidez al mercado y estimular así la recuperación. Así, y si hasta hace un mes su objetivo pasaba por reducir las inyecciones de liquidez a razón de 15.000 millones de dólares, ahora se reducirán el doble de lo previsto, hasta 30.000 millones, con lo que el programa podrá concluir en marzo.
Con carácter adicional, y siguiendo el guion establecido el pasado miércoles, a la finalización de la retirada de estímulos le seguirán tres subidas de tipos el año que viene, ahora situados en el rango 0-0,25%. La primera podría ser tan pronto como el próximo mes de marzo, aunque el escenario base de inicio de la nueva era de tipos al alza es junio. El dot plot, o diagrama de proyecciones de tipos de interés elaborado por los miembros de la Fed, apunta a otras tres subidas en 2023 y otras dos en 2024, que situaría al final de ese año los tipos en el 2,25%.
La reacción positiva de los mercados —alzas del 1,6% para el S&P en su mejor “día Fed” en más de un año—, que se muestran mejor informados y preparados para cambios bruscos frente a ciclos pretéritos, en parte refleja el énfasis de Powell en señalar que la fortaleza del mercado laboral continúa, con previsiones de alcanzar el pleno empleo en 2022, y compatible con unas previsiones de crecimiento económico del 5,5% para este año y del 4% para el siguiente.
El corolario a esta decisión es doble y favorable para las bolsas. Por un lado, el hecho positivo de una subida de tipos derivada de la recuperación económica, esperando un nivel en tres años todavía muy alejado del 5,5% al que ha promediado el precio del dinero en Estados Unidos en las últimas cinco décadas. Por el otro, un extraordinario trabajo de comunicación de la Fed que, a sólo tres meses vista de la retirada total de estímulos, controla con maestría los tipos largos, con una rentabilidad exigida a 10 años ahora en sólo el 1,4%. Una decisión que, dentro de la asincronía actual que presentan los bancos centrales desarrollados, supone aportar mayor certidumbre a los mercados, con un cuadro macro predecible y clara vigilancia de los precios.
Artículo publicado en La Vanguardia.