Fisuras en la UE en la batalla por el coche eléctrico
22 septiembre 2024 Categoría: Tribunas opinión
La industria automovilística ha sido un pilar fundamental de la economía de la Unión Europea (UE) durante décadas, representando el 7% del PIB y dando empleo a más de 13 millones de personas. Este sector no solo es esencial para la producción industrial, sino también para la innovación y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, la rápida expansión de China en el mercado global de coches eléctricos ha puesto a la industria europea bajo presión, iniciando una guerra comercial que podría redefinir el futuro del sector.
El crecimiento chino en el coche eléctrico no es casual. El país lleva años apostado por esta industria, respaldada con generosas subvenciones estatales que han permitido a sus fabricantes desarrollarse rápidamente y a gran escala. China lidera además la producción de baterías, componente que supone el 40% del coste total. En 2023, el 20% de los 14 millones de coches vendidos en el mundo fueron eléctricos, registrándose en China cerca del 60%.
Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March
El avance tecnológico chino ha permitido abaratar significativamente el precio de los vehículos eléctricos, haciéndolos más accesibles internamente y en el exterior, mientras mejora la calidad del producto final. Las diferencias de precio oscilan entre los 10.000 y 15.000 euros y, en la gama más barata, un consumidor europeo pagará hasta un 50% más. Esta brecha preocupa a los fabricantes europeos, enfrentados a una competencia feroz y que provoca tensiones comerciales en la UE, amenazada por las importaciones de coches chinos.
En respuesta, la Comisión Europea lanzó una investigación y confirmó en julio la subida de aranceles a las importaciones de coches eléctricos chinos hasta el 38,1%, que se suma al 10% ya aplicado en las importaciones de vehículos, aunque algunos fabricantes cuentan con tarifas más reducidas. Los aranceles pretenden contrarrestar el dumping –venta de productos por debajo de su coste de producción–, que perjudica a la industria europea.
Esta medida ha generado controversias dentro de la UE, ya que países como Alemania -con altas inversiones de sus automovilísticas en China, que también estarían sujetos a los aranceles al exportar sus coches a Europa– y España –potenciales aranceles a la industria porcina– han expresado su desacuerdo y argumentan que, en lugar de proteccionismo, Europa debería centrarse en fomentar la competitividad mediante la innovación y la reducción de costes. Los aranceles anunciados serán permanentes a no ser que una mayoría cualificada de países miembros –15 que sumen como mínimo el 65% de la población de la UE– vote en contra, en una reunión prevista la semana que viene.
El temor a que la industria automovilística europea siga el destino de la solar, destruida por la competencia china, es real. Para evitarlo, los expertos coinciden en que Europa debe aumentar su inversión en I+D+i, así como garantizar el acceso a materias primas clave, como el litio, indispensable para la producción de baterías. Además, es crucial que los Estados miembros de la UE trabajen de forma conjunta para adoptar una política industrial coherente que permita a los fabricantes europeos ser más competitivos en el mercado global.
En resumen, la batalla por el coche eléctrico no es sólo una disputa comercial entre la UE y China, sino una lucha por el liderazgo en la industria del futuro. La capacidad de Europa para innovar y adaptarse será crucial en esta contienda global.
Artículo publicado en La Vanguardia y ABC.