Noticias

Comienza el contenido principal

Europa piensa más en su defensa

03 abril 2022 Categoría: Tribunas opinión

 

Decía el filósofo Friedrich Nietzsche que la molestia de una mentira no es la mentira en sí sino no volver a creer a tu interlocutor. Esto mismo debe pensar Occidente en general y Europa en particular con el régimen de Vladímir Putin, cuya confianza ha saltado definitivamente por los aires tras la invasión rusa de Ucrania. Bolsas aparte, optimistas tras recuperar niveles previos al inicio del conflicto pese a la falta de acuerdo, la invasión reaviva el debate del incremento del gasto en defensa y la mayor integración europea en este terreno.

En Europa, la defensa de su territorio se convirtió, por razones históricas, en una prioridad secundaria, aunque resurgen los motivos que favorecen el cambio. Por un lado, el comentado inicio de la guerra ha dinamitado la confianza en Rusia, hasta ahora aliado económico pero rival geoestratégico que manifiesta riesgos y amenazas a la seguridad e intereses europeos. Por el otro, nos cuestionamos el papel de Europa en el mundo que, al margen de su dominio comercial, depende de sus capacidades en el área de defensa.

Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March

El escaso interés europeo en su defensa es evidente en las últimas décadas, pese a que el presupuesto militar conjunto de la Unión Europea triplica al ruso y se acerca al chino. De las grandes economías de la UE, Francia es el que más se acerca al objetivo de gasto militar del 2% del PIB acordado en 2014 por la OTAN, aunque su incremento anual de la última década apenas supera el 1%. El caso alemán es flagrante, promediando el 1,2% del PIB pese a un incremento del gasto del 3% anual. Situación similar en España, con un gasto en defensa medio del 1,3% del PIB, mientras que en la UE no superaba el 1,3% en la última década frente al 5% de Rusia.

La respuesta, tímida, de la Unión Europea ha llegado con el plan Brújula Estratégica, proyecto que dota a la UE de un plan de acción para reforzar, hasta 2030, la política de seguridad y defensa de la Unión. El plan se articula en torno a cuatro pilares, destacando la creación de una Capacidad de Despliegue Rápido de hasta 5.000 militares, el impulso de la inteligencia y ciberdefensa, el compromiso de los estados miembros de incrementar de manera sustancial su gasto de defensa o el trabajo de forma asociativa para favorecer sinergias.

Se deduce así que la UE no apuesta, a corto plazo, por la creación de un ejército europeo y el peso de los compromisos recaerá en cada estado miembro. En este sentido, asistimos en el último mes a importantes promesas de incremento del gasto militar de los países europeos, destacando Alemania. El objetivo germano de incremento es ahora tal que su gasto militar se estima en 83.000 millones de dólares en 2024, hasta alcanzar el 2% del PIB y convertirse en el tercer país que más gasta en defensa sólo superado por Estados Unidos y China. Desde la invasión de Ucrania, otros siete países de la UE —Bélgica, Rumanía, Italia, Polonia, Suecia, Dinamarca y España— se han comprometido a incrementar sus presupuestos de defensa.

La articulación de un ejército europeo, con las implicaciones de cesión de soberanía que comporta, llevará tiempo, pero la senda de incremento del gasto militar, tras el golpe de realidad sufrido, no ha hecho más que comenzar. El inversor de a pie, que toma buena nota de la actualidad, se adelanta y las empresas de equipamiento militar y ciberseguridad ya muestran un lugar destacado en los portafolios. Una triste consecuencia de la todavía más triste realidad.

Artículo publicado en La Vanguardia.

Fin del contenido principal

.