El necesario despertar de Europa
09 junio 2024 Categoría: Tribunas opinión
Esta noche conoceremos el nuevo Parlamento Europeo, un acontecimiento que atendiendo a la historia suele pasar desapercibido para los mercados financieros. Sin embargo, esta vez los comicios llegan en un momento clave para el futuro económico de la UE. El nuevo ejecutivo será el encargado de preparar Europa para afrontar tres grandes retos: seguridad nacional, transición verde y mejora de la productividad.
Unos desafíos que demandarán grandes cantidades de dinero y para los que Europa necesitará invertir al menos un billón de euros anuales hasta 2030, cifra equivalente al 6% del PIB. Estos fondos difícilmente vendrán de las arcas públicas dado su maltrecho estado. Basta con mirar a Francia, que con un déficit del 5,5% del PIB, acaba de sufrir una rebaja de su calificación crediticia. También Italia, que en el último año cerró con un saldo negativo del 7,4% y una deuda pública del 137% del PIB, lejos de los objetivos marcados por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (3% de déficit y 60% de deuda sobre PIB).
Frente a este menor margen de actuación fiscal, la buena noticia es que la economía del Viejo Continente presenta actualmente una mayor capacidad de inversión privada: la tasa de ahorro de los hogares se acerca al 15% de la renta disponible y está llamada a ser la fuente de financiación que impulse la reactivación.
Paulo Gonçalves es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March
El problema reside en la histórica dificultad en canalizar este ahorro de las familias hacia la inversión. En Estados Unidos, solamente el 13% de los activos financieros de los hogares son liquidez y depósitos, mientras que, en Europa, oscila entre el 28%-58% dependiendo del país.
En términos de financiación, las empresas tampoco suelen acceder a los mercados de capitales, siendo que en Europa el 70% de la financiación es bancaria, mientras que, en Estados Unidos, el 80% de la financiación es obtenida directamente a través de los mercados financieros (deuda y capital).
Todo ello afecta al crecimiento de las empresas y las bolsas: el PIB europeo alcanza el 17,5% del mundo, pero, en términos de capitalización bursátil, nuestras empresas solamente acaparan el 11% mundial, muy lejos del casi 50% de las estadounidenses.
Asimismo, el bajo desarrollo de las empresas tecnológicas es en parte otro reflejo de la dificultad de acceso a financiación que encuentran las compañías en sus primeros estadios de crecimiento (solamente hay 2 empresas europeas en el Top 20 de las tecnológicas mundiales).
El proyecto de integración europea sigue inacabado y uno de los engranajes necesarios es un verdadero Mercado Único de Capitales. Desde su lanzamiento en 2015, los progresos han sido lentos y el mercado sigue fragmentado. La UE necesita despertar y, para competir en un mercado global, tendrá en primer lugar que dotar de mejores herramientas para que el ahorro privado sea canalizado hacia proyectos innovadores y que permitan a las empresas ganar escala.
En este contexto, pensamos que las empresas europeas de pequeña y media capitalización ofrecen ahora una buena oportunidad. Tras la reciente decisión de bajada de los costes de financiación del BCE, un mayor apoyo a la inversión desde las instituciones comunitarias y una mejora del acceso a la financiación transfronteriza sería, sin duda, un catalizador adicional para estas compañías en bolsa.
Artículo publicado en ABC.