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El Banco Central de Canadá reaviva los fantasmas

11 junio 2023 Categoría: Tribunas opinión

 

El Banco Central de Canadá anunció esta semana una subida de 25 puntos básicos en el precio oficial del dinero, hasta niveles del 4,75% y tras una pausa en el proceso de endurecimiento monetario. El organismo, que sigue muy atento a las cifras de inflación y avisaba de una política monetaria “no lo suficientemente restrictiva” para que la inflación retorne a niveles del 2%, su objetivo, sorprendía así a un mercado que no esperaban cambios.

La sorpresa en realidad había comenzado con el movimiento realizado por la Reserva Federal de Australia días atrás, cuando también elevaba tipos en 25 puntos básicos hasta el 4,10%, y avisaba que una inflación del 7% sigue siendo elevada pese a haber dejado atrás lo peor. La moraleja es que el ciclo avanza pero que los bancos centrales, garantes de la estabilidad monetaria, siguen muy ocupados. Y lo están en su obsesión por encontrar el delicado balance que permita controlar los precios sin hacer descarrilar el crecimiento global.  

Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March

Tras estos cambios inesperados, la mente de los inversores está puesta en las reuniones que celebrarán, la próxima semana, los comités de política monetaria de la Fed y Banco Central Europeo (BCE). Por el lado de la Fed, no se esperan cambios en el precio oficial del dinero (5-5,25%), tras la abrupta subida de 500 puntos básicos del último año y medio, inédita desde los años 80. Pensamos que la Fed es ahora partidaria de “esperar y ver”, a modo de pausa, el impacto de esta subida de tipos en la economía real. También prevemos que mantenga el foco de atención en su dato preferido de control de precios, el del gasto del consumo personal en su versión subyacente, que en abril repuntaba una décima hasta alcanzar el 4,7% interanual.

Hay menos incertidumbre en el caso del BCE, ya que el mercado da por sentado una subida de 25 puntos básicos hasta situar el tipo de depósito en el 3,50%. Y es que, Lagarde dejaba claro en su reciente comparecencia celebrada en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, que la presión sobre los precios “sigue fuerte” y que no hay “evidencia clara” de que la inflación subyacente -que no la general- haya alcanzado techo.

Los últimos datos así lo atestiguan, con 5,6% interanual en mayo, frente al 5,7% de abril, y con la partida de alimentos todavía creciendo a doble dígito. El lastre que suponen además las recientes negociaciones colectivas, que permitirán subidas salariales importantes en los próximos años, escala posiciones entre las preocupaciones del BCE. 

La autoridad monetaria canadiense nos recuerda que nada está escrito en piedra. La entrada en recesión técnica de la eurozona, las dudas sobre la calidad de las encuestas de empleo en EE.UU. y una incipiente recesión global de beneficios ponen las cosas difíciles a los banqueros centrales.

En el caso de la Fed, la subida abrupta de tipos que compensaba su error de no detectar una inflación más resistente de lo previsto disminuye la probabilidad de un aterrizaje suave de la economía estadounidense. El ciclo alcista de tipos en EE.UU. debería haber finalizado, pero con la inflación no se juega y, tras otorgar una pausa en junio, las curvas de futuros prevén una nueva subida de tipos en julio. El fantasma canadiense podría así reeditarse en verano al otro lado de la frontera, veremos si los mercados se lo toman con la misma calma.

Artículo publicado en La Vanguardia.

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