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Cauto optimismo con el oro

03 diciembre 2023 Categoría: Tribunas opinión

 

Asistimos a datos de inflación cada vez más contenidos y, también más convencidos, los mercados refuerzan su visión que apunta a que la economía estadounidense esquivará la temida recesión económica. Es a partir de ahora, y pese a la resiliencia de la economía en general y del mercado laboral en particular, que el mercado espera una política financiera menos severa por parte de la Fed tras asistir a la política monetaria más restrictiva en cuarenta años.

En este contexto, nos preguntamos qué podrá ser de oro en los próximos trimestres, teniendo en cuenta el rally que el metal amarillo experimenta en la actualidad, +12% en el año y a las puertas de máximos históricos vistos en 2020. Y es que, sobre el papel, la suavización del escenario de tipos en 2024 deberá beneficiar a bonos y acciones por encima del oro.

Pero de momento el oro sigue de moda, mientras los inversores apuestan por un temprano y rápido recorte de tipos, por un lado, y en paralelo a la caída del dólar, que en la práctica significa que la compra de oro es ahora más barata para inversores en posesión de otras divisas distintas al billete verde. De fondo subyacen, además, una serie de factores que insuflan confianza al mercado con respecto a su marcha en los próximos meses.

Pedro Sastre es Analista Senior de Estrategia de Mercados de Banca March

Para empezar, el acopio de reservas de oro por parte de los bancos centrales no sólo no se ha detenido, sino que ha ganado intensidad. Como activo funcional que es en la búsqueda de la estabilidad, diversificación y liquidez más que de un gran retorno, el apetito por el metal precioso de la parte de los bancos centrales se ha incrementado de forma significativa.

Como muestra, la estadística del Consejo Mundial del Oro, que registra cómo los bancos centrales globales llevaron a cabo un acopio récord de oro en 2022, con 1.136 millones de toneladas. En 2023, y a cierre de septiembre, se compraron 800 millones de toneladas, lo que apunta a superar sin problemas la media histórica de la última década de 1.064 toneladas.

En esta carrera por el oro, el banco central de China lidera la compra de lingotes, pero en proporción a otros bancos centrales, su nivel de diversificación en este metal es muy bajo, de en torno al 4% del total de sus reservas –compara con el 25% de Rusia o el 66% de Estados Unidos y Alemania–, lo que le otorga un amplio margen para seguir comprando.       

Citamos además la evolución económica en China, que no termina de arrancar y afronta además la digestión de una formidable burbuja inmobiliaria. Si tenemos en cuenta que los hogares chinos son los mayores consumidores de oro a nivel global, la corrección inmobiliaria animará al consumidor a diversificar, e incrementar, sus ahorros en torno al oro.  

En último lugar, el reciente incremento de las tensiones geopolíticas y el repunte esperado de la volatilidad asociada a los procesos electorales, numerosos en 2024 con las presidenciales en EE.UU. a la cabeza, podrán de nuevo soportar el apetito por el metal amarillo. 

Todo esto sobre el papel, por supuesto. Y es que, frente a los vientos que soplan a su favor, unos tipos reales en aumento, debido a la menor inflación, y una velocidad de recorte de tipos más pausada, son factores que harán del oro un activo menos brillante de cara al próximo ejercicio.

Artículo publicado en La Vanguardia.

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