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Bienvenido Mr. Bin - Salmán

10 septiembre 2023 Categoría: Tribunas opinión

Al igual que los fuertes vientos veraniegos del Shamal, que causan tormentas de arena en los países del golfo pérsico, el fondo soberano saudí toma fuerza para expandir sus inversiones en el ámbito internacional.

 

El cambio dentro del sexto fondo soberano más grande del mundo, con 770 mil millones de dólares bajo gestión, se produjo con la llegada de Mohamed Bin Salmán como heredero del trono saudí en 2017. Su proyecto “Visión Saudí 2030” intenta diversificar las fuentes de riqueza del país, convirtiendo al fondo soberano en su vehículo de transformación. El último movimiento ha sido la entrada como accionista principal en Telefónica, a través de la STC, la compañía telefónica saudí.

Sin duda, la acción de los fondos soberanos de oriente medio sobre el sector de telecomunicaciones europeo está siendo intensa. Por un lado, el fondo soberano de Emiratos Árabes tomó el control de Vodafone en 2022 con una participación del 14%. En el mismo sentido, el fondo saudí aterrizó en Europa en abril, con la adquisición de torres de telecomunicaciones por valor de 1.200 millones en varios países balcánicos.

Luis Fernando Coello es Responsable de Estrategia en Banca March

Las razones de este interés son diversas. Por un lado, el sector cotiza con unos múltiplos bajos a nivel histórico –14 veces beneficios frente a un promedio histórico de 18 veces – y la empresa española precisamente es una de las más baratas – 11 veces beneficios esperados –. Por otro lado, una renovación en la cabeza del órgano regulatorio europeo, ante la salida de Vestager, puede traer cambios en la aproximación al sector que incrementarían su rentabilidad. Las telecos europeas tienen un retorno sobre activos inferior a las estadounidenses, del 2% frente al 6%. Además, comienza a quedar atrás el descomunal esfuerzo que ha supuesto la fibra óptica en Europa que ha requerido inversiones de capital del 18% de las ventas que, en los próximos ejercicios, pasará a niveles del 14%.

A nivel de negocio, los inversores saudíes valoran las sinergias geográficas de ambas compañías – no comparten presencia en ningún país – y añaden nuevas capacidades financieras a la empresa española, pues STC tiene un balance sin endeudamiento.

No obstante, el historial inversor del fondo soberano saudí está plagado de sombras: el traspié más reciente fue el fiasco de Credit Suisse, al que se suman la inversión en la empresa de coches eléctricos, Lucid Motors – que ha perdido dos tercios de su valor –, o su participación en Uber, cuyo valor actual es de 3.500 millones de dólares, y sigue sin generar beneficios desde la adquisición privada en 2016.

Aunque la llegada de los aires cálidos de oriente a Europa combina una compra oportunista con la visión estratégica de buscar socios tecnológicos, el resultado de la inversión no dependerá de un cambio radical de la gestión empresarial, sino de cómo gire la regulación europea y sus políticas sobre competencia. Sin esto, resultará complicado que la eterna promesa de la bolsa española salga del bucle negativo de la última década.

Artículo publicado en La Vanguardia.

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